¡Vaya decepción, Ale! Ahora que empezabas a caerme bien, vas y me sacas el tema de «vive el presente». Chica, llegas como unas 209 millones de entradas en google tarde, con sus memes currados reposteables en instagram, con sus gurús sonrientes vendiéndote un curso, con tipos calvos vestidos de naranja y ojos cerrados flotando en el aire de algún ochomil…
¿Qué más podrías aportar tú?
Además, los que te conocemos bien sabemos que tú de vivir el presente vas jodida… Siempre planificándolo todo, siempre adelantándote a lo que viene (tratando de, más bien. ¡Como si tuvieras alguna posibilidad de conseguirlo!), siempre con el DeLorean encendido, siempre de Dora la exploradora…
¿¿Qué sabes tú de vivir el presente??
NADA. Pero en serio, NADA DE NADA. Voy a serte franca. He estado presente al 100% y consciente de que así ha sido las mismas ocasiones que he dormido siesta sin babarme. Son tan puntuales que hasta las recuerdo. Por ese motivo puedo decirte que el que es capaz de vivir así tiene toda mi admiración y, por qué no decirlo, una envidia cochina que te mueres.
Pero sí que hay cosas que sé de vivir el presente estando presente. Que te conecta contigo mismo y con el mundo de una manera que sí que no sabría explicarte. Que es capaz de darte una energía y un poder que yo pocas veces más he sentido. Voy a intentarlo a través de un recuerdo, a ver si consigo que te hagas una idea en caso de que no hayas tenido la suerte de experimentarlo.
Allá por el año 2013, en pleno mes de Octubre (pausa para que elijas una musiquita de anécdota de fondo), nos llama el director técnico de la federación española y nos dice que nos han invitado a una competición en China, con todo pagado. Eso siempre suena a buena noticia salvo por el hecho de que habíamos estado un mes paradas y no habíamos tocado una pelota ni para jugar al bingo. Vamos, ¡que nos habrían ganado hasta una pareja de abuelas motivadas! A voley playa y al bingo, probablemente.
Pero el dinero de los premios era muy jugoso y consideramos que el resto de equipos tampoco estaría en su mejor momento, dado que es cuando aprovechábamos todas para descansar de la temporada. Así que decidimos ir.
El primer día que llegamos, nos apuntamos para entrenar con el resto de equipos. Como solo había un par de canchas y éramos unos 16, nos dividimos y nos pusimos a jugar entre nosotras. El equipo que ganaba el punto se iba al otro lado de la cancha y daba entrada al equipo siguiente, con el fin de desterrar al anterior y conquistar su puesto.
Pues bien, cuando vi cómo venía el resto de equipos cuando nosotras no éramos capaces ni de dar dos toques seguidos, apareció de repente una palabra en mi cerebro, perfectamente iluminada como cartel de neón.
JOOOOO-DEEEERRRR
Nos miramos Cris y yo y no hizo falta hablar. Pude ver que en su cerebro brillaba la misma palabra, aunque con diferente color (nunca fue de muy fan del rosa). Pero por alguna extraña razón, tal vez porque la única presión que había en ese torneo era volver a casa con el orgullo hecho trizas, nos reímos y decidimos ir a muerte con lo que hubiera. Aunque física, técnica y tácticamente estuviésemos al 10% de lo habitual, nos quedaba algo que sí podía estar al 100: ganas de ganar, actitud, corazón y cabeza fría. Esta última me iba a costar, ya que desde que había llegado había estado escuchando a mi cabeza decir:
Madre mía… Nos van a dar por todas partes. ¡Qué dolor! ¡Corre! ¡Salva tu vida! Cris ya no puede…
Así que empezó el torneo y nos pusimos a jugar. Por primera vez en mucho tiempo, conseguí librarme de toda presión. No estaba al 100% de nada,¡así que no tenía que demostrar nada! Solo jugar, divertirme, ver qué era capaz de hacer con la pelota mientras mis pies tropezaban torpemente con cada grano de arena.
Y pude sentir la lluvia en mi cara, el frío, el viento, la fuerza, mi nivel de energía, la energía del otro… De repente fue como ver todo a cámara lenta. Yo, la viva mezcla entre Benny Hill y Speedy González, podía ver todo a cámara lenta. Partido a partido, jugadora a jugadora, poco a poco… Hasta llegar no solo a ganar la final, sino a terminar jugando uno de los mejores torneos que recuerdo. Sin estar en mi mejor momento físico, técnico, ni táctico, ni nada.
>>Tan solo estando presente en el presente<<
Vivimos extraordinariamente rápido. Tanto que, sin darnos cuenta, nos hemos olvidado de afilar el hacha y llevamos años cortando leña a lo bruto. Nos han metido en la cabeza que HAY que ser más productivo, que HAY que ganar MÁS dinero MÁS rápido, que HAY que tener un ojo en el futuro y, el otro… También. Y así estamos, viviendo hasta arriba de angustia y preocupación por lo que pueda pasarnos dejando de ver, sentir y vivir lo que SÍ está pasando. Aquí, ahora.
Hay muchas formas de vivir el presente estando presente. Las más conocidas probablemente sean la meditación y el mindfulness, pero te voy a contar otras cuatro formas de estarlo para que las puedas entrenar casi sin saber que lo estás haciendo.
- ESCUCHA. No hagas que escuchas, escucha de verdad. No solo con las orejas, con todo tu cuerpo y mente. Escuchar es como meditar acompañado. Se te va a ir la mente varias veces pero, cada vez que lo notes, vuelve a conectar con la voz de tu interlocutor. Será más o menos así:
¿Me importa realmente esto que me cuenta? Ufff, qué peñazo, qué ganas de que acabe para contarle yo mi viaje a Ibiza (Vuelve…) ¿Eso que tiene en la cara es un grano o un lunar? Esta noche ceno pizza, que he entrenado duro (Vuelve…) No sé si cortarme las puntas o meterme un buen corte fresquito para el verano. Mae mía, Rosalía, bájale (Vuelve…)
Recomendación. Intenta no fijar la mirada como si fueras a matarlo. No suele dar buenos resultados (te lo digo yo… xD).
- BAILA. Para ti y para nadie más. Baila salsa, reaggeton, trap, ballet, rumba catalana, flamenco… Báilalo todo aunque no tengas ni puñetera idea de cómo se hace. Pon una canción cualquiera y conecta con ella, con lo que te dice el ritmo que hagas. No pienses, solo sigue lo que te dicta tu cuerpo. Él es y está aquí y ahora siempre. Déjale el timón un rato y déjate llevar. Estás en buenas manos 😉
- DESCONECTA. No dejes que tu relación más próspera sea con tu teléfono móvil. Está bien para pasar el rato pero en los momentos más duros no será él en el que puedas apoyarte, por mucho Netflix que te ofrezca. Si estás con amigos, con tu pareja, con tu familia o dando un paseo por el bosque en soledad… llénate de ellos. Hasta las trancas. Asegúrate de que sea el móvil el que esté en modo avión, no tú.
- CARCAJEA TODO LO QUE PUEDAS. Oscar Wilde dijo una vez que la vida es una cosa demasiado importante como para tomársela en serio y es una de mis verdades absolutas. Aprovecha cada ocasión para reírte. No de esas sonrisas a medio diente de las revistas. No, no, a dentadura completa, campanilla y amígdalas (y si viene acompañada del típico ruidito simpático y la haces contagiosa, mejor que mejor, que así nos reímos todos). La risa es la verbalización del alma de que no solo estamos vivos, sino que estamos viviendo. ¿Y qué puede haber más presente que eso?
Porque puede que te esté esperando otra vida si eres católico, muchas otras si eres budista o ninguna si has decidido creerlo así. Ese es un misterio que aún está por resolver. Lo que sí te puedo asegurar es que si estás leyendo esto, estás viv@. Aquí y ahora. Ahora solo nos falta saber la otra parte.
Vivir …respirar …..sobre la marcha…….tanto miedo nos da lo que no sabemos y lo que puede pasar, que el 90 % de las veces, todo lo que has pensado que puede pasar, no pasa y te impide disfrutar el AHORA….. Gracias por hacernos pensar……..
Gracias a ti, María, por estar siempre ahí, detrás de mis palabras… 🙂
Toootalmente de acuerdo!!!!!Tengo que bailar más k de eso estoy floja…
Muuy bueno como siempre Ale!!!de donde habrás sacao esa verborrea k a mí no se me ha pegao na!!!😅😅😅😘😘😘😘
Con los bailes que te pegabas tú delante del espejo… Además, eres la única capaz de bailar Extremoduro. Eso sí que es un don y lo demás son tonterías!!! jajaja NUNCA PIERDAS ESO. El mundo necesita más gente que baile y cada vez hay más gente que necesita bailar. Dale duro!;)