Si has llegado hasta aquí, es porque la palabra vergüenza te produce un nudo en el estómago. La conoces muy bien y, a pesar de que no la tragas, lleva contigo mucho más tiempo del que a ti te gustaría. Te ha obligado a callarte tu opinión cuando realmente querías darla, te ha hecho dudar de tu valía infinitas veces, te ha hecho pensar que vales menos que otros o, incluso peor, que incluso cuando destacas, nunca será (s) suficiente. Te conoce tan bien que incluso ha sido capaz de engañarte para que creas que ella es innata, que nació contigo y que está ahí para protegerte cuando, en realidad, tú te sientes tremendamente limitada cuando se te agarra del brazo.
Aunque estoy segura de que no lo parece, sé lo que es eso. Después de sufrir un
bullying devastador cuando tenía 12 años y de tener un máster en rechazos, decidí que me iba a librar de este lastre. Así que emprendí un apasionante viaje de autodescubrimiento personal, de aceptación y de amor propio y, hoy por hoy, hay aún muchas cosas por trabajar y que todavía me frenan pero os aseguro que la vergüenza y la falta de autoestima NO ES UNA DE ELLAS.
Y me empecé a fijar a mi alrededor y me di cuenta de que somos muchas en la misma situación. Algunas de vosotras os ponéis rojas y sois más fáciles de “detectar”, pero la vergüenza como yo la concibo, es mucho más. Otras muchas, fingimos que podemos con todo y somos superheroínas; intentamos esconderlo todo bajo la capa y con una sonrisa tatuada y nos acaba explotando cualquier día en forma de angustia, ansiedad o cualquier tipo de somatización.
Porque la vergüenza, como os decía, es mucho más. Es MIEDO auténtico, es sentir que no das la talla, es hablar de ti misma como si fueras tu peor enemiga, es bloquearse ante la novedad, es preferir lo malo conocido a vivir de verdad. La vergüenza hace que seas capaz de abandonar tu esencia por un poquito de amor (aunque sea sacrificando el propio). Cuando ella aparece, dejas de bailar. Cuando ella se hace presente, dejas de poner límites. Cuando ella está, la que no estás eres tú…