«Ser feliz es fácil si sabes cómo». Qué gracia…
No sé tú, pero yo en esta frase encuentro un montón de incongruencias. La primera, que no creo en absoluto que la felicidad sea un estado permanente en el que, una vez te descubres en él, ya está. Enhorabuena, ¡lo has conseguido! Ya te puedes relajar.
– ¡Bienvenid@ a su felicidad! Tome asiento y disfrute de todo lo que la vida tiene preparado para usted.
La felicidad es un estado en el que se está, sí, pero un ratito. Si tienes suerte, más largo que la media. Sería algo así como una sala VIP. Por mucho que tengas el privilegio de estar en ella, si llevas en ella 5 meses empieza a oler raro… Igual no tienes otro sitio al que ir, te da miedo salir o piensas que te da categoría que los demás te vean ahí dentro pero saludable, saludable, no es.
La segunda, que ser feliz es fácil. Al alcance de todos y en todo momento.
Empiezo a estar cansada de ver redes sociales llenas de gurús y guiris dando este tipo de mensajes a cascoporro sin que les tiemble la sonrisa.
«Ser feliz es fácil si sabes cómo», «tener un matrimonio feliz es fácil si sabes cómo», » tener un cuerpo perfecto es fácil si sabes cómo»…
Y es tanto que lo han repetido que, a fuerza de repetición, nos lo hemos terminado tragando. Que las cosas importantes en la vida se consiguen sin esfuerzo. Que con saber cómo se hace es suficiente y, lo que es peor, que existe una única manera de conseguirlo, que esa es la tercera «anomalada» que veo, mitad anomalía mitad animalada.
Una sola forma, seas como seas. Sirve pa to y pa tos. Fíjate qué suerte hemos tenido…
– Lea las instrucciones y sígalas paso a paso, le juro que funcionan. Si a mí me han funcionado, ¿por qué no habrían de funcionarle a usted?
Pues no. Soy una cortarrollos, lo sé. Soy la amiga a la que tienes miedo de llamar porque sabes que lo que te va a decir te va a doler un huevo pero es precisamente lo que necesitas oír. Pero no, la vida es de todo menos fácil y el que te dice que no solo lo es, sino que si sabes cómo, es muy fácil, es un descerebrado, un asshole, un pelotudo o un weón, en función de dónde vengas. Y no, la felicidad no va a estar reservada para todo el mundo. Hay personas con vidas de mierda muy felices y personas que van de felices por la vida y están llenas de mierda.
Pero para ser del todo honesta contigo, lo que me llena de fe y de esperanza es que también existen personas con un talento natural para ser felices. Algo así como los Michael Jordan de la felicidad que, si te gusta tanto el deporte como a mí, entenderás que estamos hablando de algo paranormal. Un Bolt, un Federer, un Messi… Son como las estrellas fugaces. Existir existen, pero hay quien no tiene la suerte de ver una en su vida.
Me llena de esperanza porque no solo he visto una, sino que tengo la fortuna de convivir con ella. Voy un paso más allá, tengo la maravillosa suerte de que me haya elegido a mí, de entre los más de siete mil millones de personas en el mundo, para compartir su día a día, en principio, el resto de su vida. O eso dijo el día de nuestra boda.
Esa persona es Matías, mi marido.
Sé que después de lo que os he dicho tenéis toda libertad de pensar que el amor me tiene cegada, que lo veo con buenos ojos, que qué voy a decir yo, que me he casado con él…
Pero es que no hace falta que te lo diga yo. Le puedes preguntar a cualquiera que le conozca o haya conocido alguna vez. Este chaval no es normal. ES la persona más feliz que he conocido en mi vida. Y digo es feliz porque es feliz SIEMPRE, el 100% el tiempo. Se cayó de pequeño en una marmita llena de unicornios (y no me sorprendería que al cocinero se le cayera dentro algún cigarrito de la risa también) y lo que tenemos como resultado es una persona feliz.
¡Ojo! Que, a pesar de lo que nos han hecho creer, ser feliz no significa estar guay todo el rato. También se enfada, tiene días de mierda, momentos tristes y yo, aunque lo haga inconscientemente, a veces hago todo lo posible por traspasarle algo de mi dolor o de mi mierda para hacer mi vida algo más llevadera, por lo que tampoco se lo pongo fácil. Quiero decir que es un ser humano, como tú y como yo, pero con el «pequeño e insignificante detallito» de que él ES FELIZ, venga lo que le venga, pase lo que pase.
Y lo que quiero compartir contigo hoy, para que tú también tengas fe, es que yo soy mucho más feliz desde que le conozco. En gran parte estoy segura de que es porque la felicidad verdadera, no la de que nos venden los gurumonguers, es una de las magias más poderosas y contagiosas de este mundo y la otra razón es porque, sin darme cuenta, la he entrenado con él.
Esta es la gran noticia: la felicidad ES ENTRENABLE . Como dice Tony Nadal, todo se puede entrenar. La felicidad, afortunadamente, también, al menos la capacidad de serlo. Puede que no consigamos nunca ser un Rafa Nadal, pero dadas las circunstancias y de cómo está el percal, no sé tú, pero yo con ser uno de los primeros 100 de la ATP me llega de sobra.
No te voy a decir que es fácil porque te mentiría. Tampoco puedo prometerte que vaya a funcionar contigo porque conmigo sí lo haya hecho. Recuerda que yo tengo al maestro en casa y no estoy dispuesta a compartirlo contigo… Pero sí te quiero decir que, aunque creo fielmente que ser una estrella fugaz puede que nos quede grande a los que no somos Matías, estoy segura de que sí podemos llegar a brillar y alumbrar lo suficiente como para poder ser vistos una noche de verano y aportar con nuestro brillo a iluminar un cielo lleno llenito de agujeros negros.
Si de verdad te ves en mis palabras, no te pierdas mi próximo post, porque me comprometo a destriparte a Mati capa a capa para descubrirte cómo es una persona auténtica y feliz y qué cosas podemos hacer los mortales para poder disfrutar de más momentos de plenitud y de bienestar.
Porque puedes tener clara una cosa,
«ser feliz es fácil si
sabes cómoeres Matías»
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