Aaaaaahhhhhh!!!! El verano!!!!!!
Esa época del año que nos cambia la cara, donde todo se ilumina, desde el cielo hasta nuestros ojos. Y no sé a vosotros, pero es que pocas cosas me hacen más feliz a mí que un buen día de sol brillante reflejado en el mar de mi tierra (y ya si viene acompañado de pulpo y zamburiñas… ni te cuento).
Como todos los veranos, cada vez que subo al norte, aprovecho para ver a mis amigos de siempre. Esos que llamas una vez al año pero que están marcando tu número nada más percibir tu pie pisando la calle donde naciste. Una de mis habituales es mi amiga Rebe.
Para que os hagáis una idea, es más alta que la gran mayoría de las personas que conozco… desde sus 15 años. Un metro y noventa y dos centímetros llenos de ternura y mala ostia a partes iguales. Maravillosa como amiga y mejor aún como guardaespaldas, vamos!
Quedamos en la zona de su casa y cuando la vi salir de su portal, me quedé de piedra. Caminaba tan despacito que hasta podía ver a su sombra adelantándole.
– Pero Rebis!! Qué te ha pasado!!
Pedimos unos refrescos, cogió aire y me lo contó todo del tirón. Una operación de artrodesis (fijación a través de una barra y clavos) de las tres últimas vértebras lumbares para corregir una operación de hernia discal que salió mal en un primer momento, resultó salir peor. Le cortaron, «con muy mala suerte», una parte de la médula espinal en su segunda intervención, haciendo que saliese líquido cefalorraquídeo al exterior y, posteriormente, se formase un quiste de más de 4 cm impidiéndole la vida normal hasta el punto de que, a día de hoy, le han dado la pensión de invalidez porque no puede trabajar, conducir o atarse los zapatos. Tiene 35 años y lleva 4 en esta situación.
Me la quedé mirando sin decir nada mientras me lo contaba y, cuando terminó, solo alcancé a decirle:
– Pues tremenda putada, amiga. Lo siento muchísimo. Entiendo tu enfado y tu frustración. Yo no tengo ni idea de cómo reaccionaría.
Si yo me quedé sin palabras con su relato, no os podéis hacer una idea de cómo se quedo ella con mi respuesta.
– ¿¿Y ya está??– Me dijo- ¿No me vas a decir nada más?
– ¿Y qué se supone que tengo que decirte?
– No sé… Algo así como «ánimo», «ya pasará», «piensa en positivo», «sé fuerte», «todo pasa por algo»… Porque hasta el día de hoy, me lo ha dicho todo el mundo y ESTOY HASTA LOS MISMÍSIMOS C*J*NES de escuchar todo eso.
La miré con dulzura y le dije:
– Bienvenida a los detractores del Pensamiento Posicínico.
Y es que… Qué daño has hecho, Mr Wonderful. Qué de basura nos has metido en el coco. Qué de frases vacías llenas de «yo te entiendo». Qué rabia cuando tienes ganas de enfadarte y nadie te lo permite. Que las ganas de llorar son incluso mayores cuando se te coarta la libertad de sentir lo que quieras que el propio dolor que sientes.
¿Y-TÚ-QUÉ-SABES?
Maldito pensamiento posicínico. Qué manía tan grande te tengo. Y puedo hablar con propiedad, dado que me hice un máster de pensamiento positivo (sí, existen esas cosas y sí, yo soy el tipo de persona que paga por ellas…) y estuve engullendo cientos de libros de ese tipo de «blablagrafía» durante más de 2 años. Hasta que exploté. No podía más. ¡Y eso que me considero una persona positiva a morir! Pero gente positiva sí, siempre, pero pensamiento positivo a toda costa NO, gracias.
Que parece que nos hemos vuelto idiotas.
¿Que has perdido el trabajo? ¡Qué gran oportunidad para encontrar otro mejor!- Aunque estés en números rojos y tengas a tus hijos y a la abuela comiendo sopa de pollo sin pollo
¿Que ha muerto tu mujer de cáncer? Bueno, mírale el lado positivo. Ha dejado de sufrir- Ahora sí, tú zambúllete de lleno en una depresión de caballo por intentar sonreír todo el día como si no pasara nada.
¿Que te has caído de un quinto piso y te has roto la columna vertebral? Buenoooo, la cantidad de tiempo que vas a tener ahora para leer y aprender todo lo que hasta ahora no has podido. ¡Imagínate!- El hecho insustancial de que no vas a poder volver a caminar, ni abrazar a tus hijos y seres queridos o sentir una de sus caricias, se te pasará. Tú tranquilo.
Vamos a ver. Que no se me malinterprete. Vuelvo a repetir que de todo se puede sacar un valioso aprendizaje. Que pienso fehacientemente que ser positivo ayuda a ver las cosas con una perspectiva mucho más sana y nos anima a ser resilientes y a luchar contra viento y marea con más confianza. Que creo que la sonrisa y la amabilidad son claves para una vida feliz y que quejarse gratuitamente por todo no lleva a ninguna parte… Pero eso sí, encerrar la tristeza, la ira y el miedo bajo llave, como si no existieran, tampoco. Porque existen por y para algo. Entre otras cosas, para pasar página (el duelo), para pasar a la acción (la ira) y para hacernos crecer y superarnos (el miedo).
Hablamos constantemente de «alejarnos de personas tóxicas». Nos corta el rollo que un amigo nos llame para contarnos que se encuentra triste, nos alejamos de la persona que es borde… ¿Y qué hay de la empatía? ¿Dónde se va a quedar entonces la capacidad del ser humano para ayudar a los demás? ¿Qué hacemos si la persona que es borde es nuestra madre? ¿Y si se está comportando de esta manera porque se siente mal y nosotros, tal vez, podríamos tenderle una mano si nos pusiéramos en sus zapatos?
La vida está llena de momentos, de todas las formas y colores. A veces, incluso son de un negro tan denso que asustaría al mismísimo coco. Pero decir que controlamos el Universo a través de nuestra cabeza y que lo que nos pasa es siempre (sin excepciones) por cosas que hacemos, me parece una sobrada como un piano. Hay muchas cosas que podemos controlar, muchas decisiones por tomar, muchas que pueden condicionar nuestro futuro, sí, pero tengo claro que aquí la que manda es Ella. La vida se encarga de otras tantas y lo único que te permite a ti es decidir qué quieres hacer con lo que te ha tocado. Punto.
Como dice mi amigo Álvaro Merino, «a veces se nos olvida que estamos a una llamada de que todo cambie para siempre». Yo solo espero que si algún día eso ocurriese, que espero que no, no haya ningún Mr Happy Flower cerca que me diga: «Venga, mujer. Arriba ese ánimo». Porque me lo como. Os juro que me lo como.
Ahí lo dejo.
«Todos tenemos un plan hasta que recibimos el primer puñetazo».
Mike Tyson
Leave a Comment