Día 1 de Enero. Facebook plagado de nuevos y buenísimos propósitos que, por otra parte, estoy segura de que si Facebook nos recordara los del año pasado, nos ahorraría tener que volver a escribirlos… Instagrams llenos de sonrisas, zapatillas nuevas, muchas ganas de reventarnos en el gym y una aproximación inminente al abismo a la vista. Porque, como sentencia una frase que a mí me gusta mucho y con la que no puedo estar más de acuerdo, “Una meta sin un plan se queda en sueño”.
No es que no confíe en vuestras ganas de ir al gym, de dejar de fumar, de dejar de comer basura o cualesquiera que sean los magníficos deseos que tenéis para este año que entra. Lo que me preocupa es que mucha gente tiene claro QUÉ quiere, pero no tiene un plan de acción. Descuida el CÓMO y, todavía mucho más importante si cabe, el PARA QUÉ, y eso les conduce irremediablemente al fracaso.
¿Que quieres estar más delgado? No te preguntes por qué. La respuesta a esa pregunta suele ser bastante obvia si te sobran un par de kg de más. Si el resultado no ha cambiado las últimas veces que te lo has preguntado, tal vez lo que debas cambiar sea la pregunta. ¿Por qué no preguntarse este año CÓMO quieres perder ese peso y PARA QUÉ? En el momento en el que te las hagas, irremediablemente vas a tener que dedicarle un poquito más de tiempo esta vez a tus redundantes y siempre presentes propósitos de año nuevo.
Lo primero que deberías saber es PARA QUÉ. Por ejemplo, ¿para qué quieres perder peso? ¿Quieres sentirte más ligero cuando corres? ¿Quieres lucir mejor esos vaqueros que no te entran desde que se estrenó ET? ¿Quieres aumentar tu autoestima? ¿Mejorar tu salud? ¿Qué es lo que te mueve para querer quitártelos de encima? Porque imagino que entenderéis que la respuesta de “Para qué quieres perder peso” no puede ser “Para verme más delgad@”, porque eso es una “rebuznancia”. Parece evidente pensar que si bajas unos kg te verás más delgado, pero eso no es un para qué de peso (y nunca mejor dicho).
En el momento que encuentres tu “para qué”, se obra la magia. Métetelo a fuego en la cabeza. Si no tienes un objetivo para esa pérdida de peso, lo que estarás perdiendo es el tiempo, la motivación y encima ganarás un sentimiento de culpa extra al no conseguirlo que, a mayores, te hará sentirte peor contigo mismo, aumentará tu angustia y, como consecuencia, te hará coger encima unos kg de más (tócate los cojones, Mari Loli…).
Una vez que tengas tu “para qué” mágico, necesitas establecer el CÓMO. De nada serviría saber qué quieres y para qué si no tienes un plan de acción para hacerle frente. Mi propuesta es la siguiente. Si quieres alcanzar tus objetivos, estas medidas te van a servir para saber por dónde empezar. El plan de acción te servirá para encontrar el “cómo” de todas aquellas cosas que tatuaste en plan testamentario en el papelito que escondía vuestro zapato el día de fin de año que, al fin y al cabo, entiendo que son las más importantes para ti, dado que han sido las primeras que te han venido a la cabeza (y puede que las más urgentes también).
Para que tu “cómo” sea infalible, debe cumplir una serie de especificaciones:
- Tiene que ser MEDIBLE. Pésate hoy. Ahora. Sí, sí! Ahora, justo después de mojar el último trozo de roscón relleno de nata en el colacao. Es el mejor momento para saber desde dónde partes. Puede que sea duro darse cuenta de que has cogido más peso del que creías (felicidades si no ha sido así!!) pero, si es el caso, aún te dará más fuerza para cumplir tu objetivo. El peso es relativo a muchos factores, pero nos dará un indicativo de si lo estamos haciendo bien. Y, por el momento, es suficiente estímulo.
- Tiene que ser INSPIRADOR. Estar delgado no debería per se ser algo que te haga saltar de la cama y ponerte a correr a las 7 de la mañana. Tiene que haber algo más. Busca el motivo que te mueve a hacerlo y suéñalo. Suéñalo hasta que casi puedas sentirlo como real. Cuando yo era jugadora de voley playa y entrenaba unas 6 horas al día, entre las dos sesiones de arena y la de gimnasio, cuando llegaba a casa lo único que conseguía que me pusiera a estudiar era visualizarme con el pijama blanco de fisio. Sabía lo que quería, lo tenía clarísimo. Y estaba reventada, sí. Tenía mínimas ganas de abrir el atlas de anatomía y ponerme a estudiar, también. Pero la ilusión que me nacía al imaginarme con mis pacientes y mis clientes cuando lo consiguiera, era mucho mayor. ¿Entendéis por dónde voy?
- Debe ser ALCANZABLE. Por mucho que haya por ahí personajes y “personajas” diciendo que son capaces de hacerte perder 20 kg en 2 semanas, salvo que te inoculen un combo mortal de mononucleosis y gastroenteritis en una mayonesa en mal estado, ni es factible, ni es saludable, ni es lo mejor para ti. Proponte una meta realista pero motivante y, si puedes, ponte en manos de un profesional que pueda guiarte y acompañarte en tu camino. De ese modo lo único que tendrás que hacer es decirle tu para qué. Él se encargará del “cómo”.
- Ha de ser RETADOR. ¿Por qué no correr un 10k o una media maratón? ¿Por qué no hacer un trail? ¿O una ruta a nado? ¿O aprender a bailar salsa? ¿O competir contra ti mismo para conseguir tu mejor versión? No hay límites. Tú decides hasta dónde eres capaz de invertir por lo que quieres conseguir. ¿En qué porcentaje estás comprometido con tu objetivo? ¿Un 40%? ¿Un 200%? Una vez lo hayas definido, sabrás cuánto lo deseas.
- Tiene que tener un LÍMITE TEMPORAL. No es lo mismo decir “Voy a escribir un libro algún día” que “Antes de que termine el 2018 tendré un libro publicado”. El compromiso no es el mismo. Para el primero me llega un 60% de mis esfuerzos. Para el segundo, un 200%. ¡¡¡Y ponerme desde ya!!! Y dedicarle todo mi cariño y mi tiempo. Cuanto más complicado y retador sea lo que te vayas a proponer, regálate algo de tiempo extra. ¡Aunque no lo alargues demasiado! Si te propones bajar muchos kg y te das de plazo un año, te recomiendo que te propongas asimismo pequeñas metas mensuales. ¡Te mantendrán motivado y centrado en el objetivo final!
Quiero deciros también que, aunque me he centrado en la pérdida de peso, por las fechas en las que estamos, porque es a lo que me dedico y porque sé que es una preocupación muy extendida, quiero que entendáis que las condiciones se repiten para todo aquello que queráis conseguir. No quiero que me malinterpretéis. No seré yo la que os diga que es fácil, porque no lo es. Que “el que quiere, puede” y todo ese rollo marketiniano. No, no es verdad. A veces por mucho que quieres, no puedes. No es justo, lo sé, pero ya basta de tanto Mr. Wonderful de pacotilla. Pero lo que sí os digo es que la ÚNICA forma de tener alguna posibilidad de conseguirlo, es esa. Proponiendo un plan de acción, dedicándole tu tiempo, tu atención y tu esfuerzo, confiando 100% en que lo vas a conseguir y luchando por conseguirlo. De ese modo tendrás muchísimo más a tu favor para salir victorioso.
De todos modos, quiero aprovechar el momento para deciros algo que me remueve por dentro y no soy capaz de mantener en secreto por más tiempo: Chicas, salvo que hayáis nacido con el culo de Beyoncé o lo tengáis lleno de silicona, jamás lo tendréis como las chicas de Instagram haciendo los ejercicios que os muestran con sus bebés o una escoba y una silla. Es un engaño y una falacia y no os hace ningún bien creéroslo. Así como todas esas chicas que lucen orgullosas esos ombligos esqueléticos levantando sus camisetas como si fuera su logro más preciado. La gran mayoría nacieron delgadas y morirán delgadas, coman lo que coman. Se llama genética (p**a genética para los que no la tienen a su favor). No han hecho nada para conseguir esa foto. Bueno, sí, levantarse la camiseta… Siento ser el Grinch de las fitgirls, ¡¡¡pero necesitaba libraros de semejante mentira!!! Que ni la Guerra de los Mundos, oiga…
¡Y nada más! Que os deseo mucha fuerza, mucha ilusión y muchos planes de acción para este 2017 que entra.
¡¡¡LOVE!!!! 🙂
“Si deseas de verdad hacer algo, encontrarás la forma. Si no, una excusa para no hacerlo”.
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