Hola a todos!!
Me doy cuenta de que nunca os he contado el porqué del nombre de este blog: “esta chica no tiene cabeza”. Pues ha llegado el momento! Curiosos y curiosas… Allá voy! 🙂
Durante más de 10 años me dediqué en cuerpo y alma (diría que al 100% en ambas partes) a un deporte maravilloso llamado voley playa. Un deporte tan bonito como terrible; un deporte que no admite cobardes, ni jugadores que se esconden, ni cambios de última hora. No da tregua alguna en los errores y, como tengas un mal día, ya te puedes encomendar al Señor, porque tus rivales lo van a saber y, pronto, todo el que te vea fuera también.
Al parecer yo tenía, a ojos de todos los “entendidos”, todo lo que hacía falta para triunfar. Altura, potencia, fuerza, energía, técnica… Vamos, un diamante en bruto! Todos esperaban de mí tanto… “Qué condiciones tiene esta chica!”, decían. “Esta chica va a llegar lejos”, sentenciaban. Y yo allí, con todas esas condiciones y con un pánico tremendo a fallarles, a fracasar, a demostrar que no era lo que ellos pensaban. Vaya un papelón…
Creo poder decir con certeza que he disfrutado el 10% de los partidos (y me parecen muchos) en los más de 10 años que he jugado. Es, sin duda, uno de los descubrimientos más impactantes que he tenido nunca. Saber que he dedicado más de un tercio de mi vida a algo que amaba pero que me destruía por dentro.
La presión era insoportable. Tenía que ser la mejor. Siempre la mejor!!! Mejor que mis rivales, la mejor de las otras españolas que jugaban y, fue tal la necesidad que me autoimpuse de lograrlo que hasta inconscientemente me obligué a tener que superar también a mi compañera, llegando a convertirme en ocasiones en una tirana con alguna de ellas.
La cantidad de saboteadores internos que tenía era innumerable y la verdad que el ambiente que me rodeaba tampoco ayudaba demasiado. Cuando estás en una posición privilegiada, las críticas te vuelan y, a veces, son implacables y terriblemente duras (y muchas veces, infundadas). Vamos, que ahí estaba yo, con mis saboteadores internos y externos, luchando por hacerme hueco, por seguir un año más, por intentarlo una última vez…
No, no!!! No me malinterpretéis. No pretendo que penséis: “pobrecita, lo que ha sufrido la muchacha”. Porque, aunque es cierto, no os hacéis una idea de lo mucho que me ha hecho aprender esta situación. La persona que soy ahora, de la que me siento tremendamente orgullosa, por cierto, no podría existir sin todos esos innumerables fracasos deportivos, emocionales y cerebrales. Os aseguro que la Ale 2.0 es una auténtica arma de “ilusión masiva” con licencia para contagiar xD
Y bueno, ahora es cuando entras tú en el asunto. Sí, tú. Quiero decirte una cosa y te la voy a decir muy clara y muy alto, para que lo tengas presente y te entre como un huracán en la cocorota: NO EXISTE GENTE MENTALMENTE DÉBIL, SÓLO MENTALMENTE DESENTRENADA.
Hala! Ahí te lo dejo. Que por qué te lo digo? Porque sé que alguna vez lo has sentido, te lo han dicho o, incluso peor, lo has dicho de ti mism@. Pues quiero que confíes en mí. SE EQUIVOCAN. Muchos lo dijeron de mí y, hoy por hoy, no dejo de sorprenderme de lo fuerte que soy. De ahí que ironizara una de las frases que más he escuchado durante mi etapa de jugadora profesional de voley playa para titular mi blog. 😉
He descubierto, a base de trabajo y entrenamiento, como os decía, lo increíble que es llevarte bien con tu propia cabeza y de lo que eres capaz cuando se conecta contigo. No, si te lo estás preguntando, no es nada fácil. Me ha llevado años llegar hasta aquí y me quedan mil más para llegar a dominarla. Por desgracia, con el ritmo que le doy a mi cuerpo, no veo viable vivir más de cien, así que me conformo con seguir aprendiendo a entenderla… jajaja
Pero sí te puedo echar una mano con ciertas cosas que a mí me han ayudado mucho, por si te pudieran servir a ti también. Sobretodo, en este caso, en el deporte.
El órgano vital por excelencia, a pesar de lo que muchos creen, no es el corazón. Es el cerebro. Sin él no hay vida, no hay nada. Lo maneja todo y es una tecnología fuera de serie. Única y fascinante. Está ahí para controlar que todo funcione correctamente y para avisarte cuando algo no va bien. Es por eso que, cuando estás entrenando a mucha intensidad y el corazón parece que te va a estallar, se asusta.
-“Pero qué hace este majara?? Que nos mata!!!”.
Y empieza a sabotearte sin piedad. Primero te empiezan a doler las piernas, comienzas a respirar con dificultad, te pesan los brazos y hasta te manda en ocasiones unas deliciosas ganas de vomitar. Ole! Y ahora, a ver quién es el valiente que sigue…
Pues para ese momento precisamente, te regalo mi mantra, que no es otro que el título de este post. “No me destruyas, lucha conmigo. Te necesitamos”. El cuerpo y yo sabemos que sin ella no podemos seguir así que hacemos todo lo posible por tenerla de nuestro lado, en nuestro equipo, tirando en la misma dirección. Y es ahí donde la magia ocurre. De repente sientes que el aire vuelve a entrar, que las piernas pueden tirar un poco más y esa angustia tan terrible parece amainar lo suficiente como para permitirte seguir.
Y así todos los días. HABLA CON TU CABEZA. En serio! Por muy freak que parezca. Hazle saber que todo lo que haces lo haces por ella también. Hazle partícipe tanto de tu sufrimiento como de tus logros. Y felicítate cuando hayas hecho un buen entrenamiento, cuando no haya sido tan bueno pero lo hayas terminado o, simplemente, por haber ido a entrenar aunque te mataba la pereza. Sé amable con ella y, créeme, lo que te vendrá de vuelta es alucinante
Eso sí, es ESENCIAL saber cuándo el límite es mental y cuándo, efectivamente, te estás pasando de la raya. Escucha a tu cuerpo y confía en él. Él sabe perfectamente cuándo parar. Hazle caso siempre! Su idioma vendrá en forma de problemas con la respiración, mareos, calambres o cualquier sensación fuera de lo normal. Esto es primordial! No lo pases por alto nunca. Safety first!
Te animo a que entrenes y te permitas descubrir el tridente perfecto: mente, cuerpo y corazón. El perfecto equilibrio entre lo que eres, lo que sientes y lo que amas. Y cuando se conecten, en perfecta armonía, ocurrirá lo inevitable: te volverás InVeNciBle.
Leave a Comment